DOOMSDAY: EL DÍA DEL JUICIO

(Estrenamos colaborador en BlogCaspa. Stanley Chapelin, escritor, tipo culto y con un irónico sentido del humor, debuta dispuesto a hacer trizas algunas películas malas que ha tenido que soportar. Sí, en BlogCaspa hablamos de pelis malas, malas pero divertidas; en cambio Stanley os va a traer una selección de atrocidades a secas que normalmente no tendrían cabida aquí, pero dado que ello le sirve como venganza, no vamos a negarle la oportunidad de machacar esas aberraciones audiovisuales que tan malos ratos le han hecho pasar.

Stanley, bienvenido a BlogCaspa)




  • Título original: “Doomsday”.
  • Título en español: "Doomsday: El día del juicio".
  • Director: Neil Marshall.
  • Guión: Neil Marshall.
  • Cast: Rhona Mitra, Bob Hoskins, Alexander Siddig, etc.
  • Año: 2.008.
  • Especialista de BlogCaspa que se ha atrevido a analizar este ñordo: Stanley Chapelin.








    Hace poco le propuse a mi colega Albert Sanz Guitar Experience (de los Guitar de toda la vida) (Nota del jefe: el nombre mencionado hace referencia a cómo se me conoce en FaceBook, en clara alusión directa al programa de radio que realizo —ver enlaces a mano derecha—, no es que mis padres fueran fans de Jimi Hendrix), la posibilidad de colaborar con él para este blog. 
Su primera reacción fue preguntarme:
—¡Bien! ¿Qué películas tenías en mente?
La primera respuesta que me vino a la cabeza fue:
—Demasiadas.

    No obstante, esta respuesta no aclaraba mis intenciones para con La Caspa, así que por alguna tendría que empezar. Difícil elección se plantea en estos casos, tanto al elegir, como al descartar. Así que, dado que he leído más de una entrada del blog, y habiendo comprobado que todo el rango de películas que van desde la serie B hasta la Z (y en más de un caso sería necesario inventar alguna palabra nueva para clasificarlas) parecen estar bajo control, se me ocurrió que podría encargarme de poner mirando hacia Cuenca a toda una retahíla de filmes que, con un mayor presupuesto, más promoción y alguna que otra cara reconocible, nos han servido a precios de caviar, cuando eran poco más que un puñado de heces de bovino.
Tal es el caso de mi primera elección: 

"DOOMSDAY: MALDITO SEA EL DÍA QUE VI ESTA INMUNDICIA"


    Dirigida por el competente Neil Marshall ("Dog Soldiers", "The descent", etc.) en 2.008, y esparcida por las salas del planeta cual esperma de Yak, nos llegó este despropósito de película de casi dos horas de duración que no hace otra cosa que mamar de éxitos anteriores con un descaro que roza lo ahostiable. ¿Tributo al género? ¿Nostalgia de los ochenta con guarnición de amor por el gore cutrongo? En ambos casos se quedó en los preliminares, dejándonos en una encrucijada de esas en las que uno no sabe si es más tonto por no haberle pillado la gracia a la cosa esta o por haber pagado una entrada al cine para deglutir semejante bodrio.

    ¡WARNING!: Todo lo que viene a continuación son spoilers, así que si no has visto la película aún, mi consejo es que no lo hagas jamás... y sigas leyendo.

    Comencemos pues: Segador, un virus con un nombre molón (¡ni gripe A ni pollas!), malísimo de la muerte y tan violentamente rápido como una vieja intentando abrirse paso para subirse a un cercanías, infecta a muchísima gente en la separatista y protestona Escocia. Hasta ahí nos vale. Los efectos del virus Segador parecen consistir en convertir la carne humana en mocos. Así pues, los caramoco (a los cuales se les pierde el respeto en cosa de minuto y medio) son contenidos por el Prime Minister y su secuaz Canaris, (un tipo adicto a la gomina y con una dieta pobre en fibra), tras un muro de Adriano de contrachapado coronado con metralletas sensibles al movimiento, algo que no vimos en la edición extendida de la secuela de Alien, por ejemplo. 
Hola, me llamo Canaris y paso de tu culo. 


    De esta manera, toda la independentista Escocia, con sus McGregor y sus McLeod, sus kilts y sus alimentos rebozados, es relegada al olvido hasta que ventiocho días después… hum… perdón, varios años después, alguien estornuda donde no debe y al otro lado, en un abarrotado Londres mayormente, comienzan a aparecer más caramocos. 
Los mandamases se vuelven a reunir de emergencia, comandados por el estreñido Canaris, para encontrar una solución. Y, ¿cuál es esta solución? Encerrar a la peña en la nueva zona infectada. Otra vez. Con dos cojones. 
Un caramoco londinense, buscando con desespero un semáforo donde comprarse unos "kleenex".


    Pero no todo está perdido porque ¡Sorpresa Mayúscula!, en las ruinas abandonadas de escocia resulta que hay supervivientes. ¿Quién lo hubiese dicho?
Siguiendo con semejante sesión de brainstorming pagada por los contribuyentes, quizá alguno de estos supervivientes tenga la cura al serio problema de caramoquismo que asola la capital, se dicen a sí mismos los hombres y mujeres del gobierno. Y puesto que plantearse huir del Reino Unido dinamitándolo todo solo por el hecho de haber inventado las Fish & Chips no parece ser viable, los gobernantes se plantean enviar a algún grupo de pringados que estén chupando demasiado de las arcas, a ver qué se cuece al otro lado del muro. Y si la diñan, pues mira, cinco menos de los que preocuparse. Ho-ho-ho, tres palmadas de foca.

Rhona Mitra masticando alacranes.
    Aquí aparece Bob Hoskins, y habla con nuestra protagonista, Eden Sinclair, interpretada por la hermosa Rhona Mitra, mi candidata número uno a sustituir a Chuck Norris en cuanto a calidad interpretativa y expresividad facial. Tuerta cual Snake Plisken 2.0, y amarga como un bocata de alcaparras, la chavala se apunta al festival. 
Tras semejante resistencia ante la arquetípica Llamada-a-la-Aventura, a Hoskins no le queda otra que desaparecer, llevándose consigo gran parte del dinero de tu entrada; un parné que aún te resistes a dar por perdido del todo a estas alturas de la peli. No contento con ello te muestras incluso algo entusiasta, ignorante frente a lo que queda por delante.

    Total, que tras varios minutos de insulso metraje, se forma el dichoso equipo de élite. Ya sabéis: ¡lo mejor de lo mejor, señor!; están el Doctor Tirillas, El Especialista Olvidable, El Sargento de Color Secundario que la Palma Fijo… y creo que hay un quinto miembro en el equipo, pero nadie sabe a ciencia cierta qué hace allí y a nadie parece importarle demasiado. 
Los visten a todos en plan guay, con pistolitas resistentes al agua y trajes de G.I. Joe y los mandan al otro lado del muro en una tanqueta clavadita a la de Aliens, a hacer lo mismo que los marines hacen en Aliens: buscar supervivientes entre los edificios en ruinas.
—¿Todo despejado?
—¡Y una mierda!

    Una vez las referencias facilonas y desgraciadas a "28 días después" o "1.997. Rescate en N.Y." se han asumido (mejor o peor según la tolerancia de cada cuál), el equipo liderado por Eden Sinclair se topa, nada más y nada menos, que con los descendientes de aquellos punkys que unas décadas atrás le hicieron la ola a Tina Turner en su Cúpula del Trueno. Y aquí es donde le a uno fallan los esfínteres por primera vez, que no la última, durante el metraje. Mosqueados porque The Exploited han cancelado su gira escocesa, los gamberros la emprenden a hostias y bocados con el equipo de élite de los cojones. Eden y el Especialista Olvidable son capturados y llevados a celdas de detención, mientras que el resto huyen como lo mezquinos y cobardes que son.
A destacar, por decir algo, la aparición aquí el malo maloso número Dos: Sol, y de su novia, Viper, la choni post-apocalíptica.
Sol y Viper (Sol es el de la derecha). A veces pasan hambre.

 
    Ya hablaremos del villano número Uno más tarde.

    Sol, el pobre, no es más que un rebelde porque el mundo le ha hecho así y nadie le ha tratado con amor. Así pues, se esfuerza por mostrarse ante nosotros como una alocada y chillona cacatúa tatuada que no hace más que berrear, golpear y cagarse en todo lo que se menea. Mención especial al numerito musical en la descafeinada Cúpula del Trueno, donde tras un baile de Can Can demencial, se papean al especialista olvidable en una barbacoa popular. Y punto.



—¡La mu sorra de la Viper ma disho que antes de mohá el shurro, primero haga el pino y le barra to el zuelo de la casa con la cocorota!, ¿te lo puede creé, pisha? ¡Y luego soy yo el hioputa!  Sol.


    Mentras tanto, la novia de Sol (que haciendo honor a su apodo, "víbora"’, no hace más que sacar la lengua como una perra en celo frente a una revista de Pelo-Pico-Pata), es sorprendida por Eden, que escapa de su cautiverio con una facilidad pasmosa. La prota, ayudada por una andrajosa que vive en la celda contigua de la mazmorra, le corta la cabeza a Viper. Momentazo casposo de los buenos: el parpadeo de la cabeza de plástico de la poligonera. Después de esto, Eden y la moza ponen pies en polvorosa.

—Yo soy La Viper y me encanta chupá los boli que llevo en la cabeza. ¿Tú de qué vas mirando a mi novio? ¿Eh, puta?, ¡Al loro conmigo que soy mu shunga! Viper.


    Sol se encuentra con el percal y viendo que no va a mojar durante una buena temporada, se agarra un rebote de diez pares de pelotas. Grita y maldice y se sube a un autobús punk junto a sus amigos los cabreados, mientras otros secuaces cabalgan a lomos de motos de cross, tuneadas con los restos de sus barbacoas humanas. Así pues, una especie de Cirque Du Soleil decadente se coordina para perseguir a Eden y a su nueva amiguita, que en un tris llegan al andén de una estación abandonada, donde se reúnen con el Doctor Tirillas y el Sargento de Color Secundario que la Palma Fijo.
Allí les espera nada más y nada menos que Robin Hood, a bordo de una versión oxidada del Hogwarts Express. Todos ellos consiguen correr más que las motos y los punks cabreados y logran subirse al tren que les llevará hasta Camelot. 

Exacto. No pongas esa cara, coño: 
¡Si!, ¡Camelot!


    Gracias a Dios, el tren no echa a volar en este momento de la peli, porque de haberlo hecho, un menda cree sinceramente que las buenas gentes que en su primer día de proyección acudieron al cine a verla, se hubiesen liado a guantazos entre sí dentro de la sala, tan solo para mitigar su frustración un poco. Pero bueno, tanto el señor Marshall como el duendecillo imaginario y politoxicómano que le susurra los guiones se contuvieron en este punto.
La compañía del Anís se ve forzada a continuar a pinrel, y juntitos atraviesan las Minas Soporíferas: unos subterráneos donde el gobierno guardó a buen recaudo un montón de cajas de madera enormes antes de salir cagando leches y a las que, en un principio, los aludidos no hacen ni puñetero caso. El siguiente fallo de los esfínteres que se produce en el desprevenido espectador de este ridículo, viene al salir al otro lado de la montaña, puesto que nuestros amiguetes se ven rodeados por ¡Caballeros Medievales!. 

    Se escuchan algunos sollozos en la sala de cine. Esto ya comienza a no hacer ni puta gracia. Familias enteras destrozadas... susurros femeninos del estilo de "es la última vez que eliges tú la película, Jaime, que me tienes hasta el coño".... tú cierras los ojos, te pellizcas el puente de la nariz, niegas con la cabeza y te planteas si no sería mejor un reportaje de dos horas con Ben Stiller hablando sobre los pros y contras de la coprofagia. 
El asombro aquí es tal, que hasta el actor que encarna al Sargento de Color Secundario que la Palma Fijo enarca las cejas en un "espontáneo gesto de estupefacción".

    Total, que Robin Hood muere haciendo el gilipollas por el monte, pero permaneciendo lo suficiente en pantalla como para que los amiguetes del actor en la vida real se pasen por el cine a ver su cameo, se compren la entrada y, tras un par de horas, no vuelvan a dirigirle la palabra nunca más, porque hace falta ser cabrón para hacerle algo así a tus amigos.

    El resto son llevados ante el villano número tres: Kane el Rencoroso (interpretado por un erosionado Malcolm McDowell, que ha tomado como cruzada personal —valga la redundancia en este caso— aceptar papeles mohínos con tal de compensar cósmicamente los éxitos de un pasado glorioso). Eden y su pandilla le explican los motivos que les han llevado a regresar a Escocia, pero Kane les hace entender que no hay antídoto que valga así que os jodéis, que la selección natural es la que ha permitido que unos pocos sobreviviesen al caramoquismo. Luego lloriquea un poco porque en el pasado le dejaron allí tirado y que por eso ahora vive en una especie de edad media reciclada (¿WTF?) en la que curiosamente, las buenas gentes que no van por ahí con armaduras hechas con llantas de coche y cubos de basura, visten ropajes de la edad media de todos modos. Vive Dios que semejante entuerto no lo desfaçe cualquier Hidalgo.

    Tras este soporífero interludio en la sala del consejo, Eden es obligada a luchar en combate singular con un Golem de contrachapado al que hace trizas, una vez más, sin mostrar la más mínima emoción. Acto seguido se arma la marimorena como quien no quiere la cosa y de nuevo todos huyen del castillo de Playmobil, dejando a Kane atrás y retratándolo como uno de los malvados más evitables de la historia del cine moderno.
Rhona Mitra tras conducir dos 
mil kilómetros con almorranas.
    De regreso vuelven a pasar por debajo de la montaña, y a algún listo se le ocurre que igual en alguna de las miles de cajas que quedaron apiladas antes de levantarse el muro, podría haber algo que les sirviese. Encienden las luces, buscan en un albarán que, tras años y años sufriendo la humedad y el abandono aún se mantiene en buen estado, y finalmente dan con un Bentley. Ni más ni menos. Un cochazo de lujo, limpio, con el depósito lleno de combustible y listo para servir como vehículo de huida. Entran los arqueros medievales en el lugar y se cargan al Sargento de Color Secundario que la Palma Fijo (que ya estaba batiendo récords de permanencia en una película) en una de las muertes más sosas que un menda recuerda. Por fin los espectadores perdemos de vista a los caballeros medievales, que desaparecen de escena llevándose consigo nuestra alegría de vivir.

    ¿Y qué sucede en Londres, durante todo este tiempo?, te preguntarás, o no, a estas alturas. Pues que los caramocos están extendiéndose por todas partes, tanto que logran meterse en el edificio gubernamental ultraprotegido donde están Canaris, el Prime Minister y Bob Hoskins. Éste último dispara a un caramoco, que a su vez salpica al Prime Minister, que, sabiéndose infectado, se vuela la cabeza, salpicando la pared, para desesperación del editor de BlogCaspa, ya que sino lo he comentado antes, está interpretado por Alexander Siddig, uno de los principales protagonistas de una de sus series favoritas, usease "Star Trek: Espacio Profundo 9". Y es que en esta casa todos somos unos frikazos y a mucha honra. A Canaris todo esto le parece de puta madre, porque él es el Villano Número Uno, ¡¡muaahahaha!! (léase con risa de malo cutre de peli casposa). 

    Así pues, de vuelta en Escocia, Eden y el resto siguen su camino de regreso al muro en un Bentley, que se empeñan en hacerlo correr únicamente cuando nadie les persigue. Resulta que la churri de la mazmorra, a la que el Doctor Olvidable trata como si quisiese hacerle todo tipo de análisis —más anales que isis— resulta ser la continente del antídoto contra el caramoquismo. Y todos juntos recorren, disfrutando de los asientos de cuero, el bluetooth y el aire acondicionado, las carreteras de una post apocalíptica Escocia que se parece mucho a la actual, solo para encontrarse de nuevo con Sol y sus secuaces a bordo de cafeteras Nespresso recuperadas del vertedero local.

    Se inicia entonces una vertiginosa persecución motorizada que en ocasiones llega incluso a superar los sesenta kilómetros por hora, persecución que para nada recuerda a la segunda parte de Mad Max, dado que esta última está mucho más lograda. ¡Crash-Bam-Bing!.. ya sabéis, lo típico de las persecuciones, sin más. 

  El helicóptero del fondo acaba de aterrizar sobre los juanetes de Rhona Mitra. No contento con ello, el piloto ha enredado el pelo de la chica en las aspas del aparato. El dolor se palpa en su mirada. Otra brillante interpretación de la joven promesa, destinada a figurar en todos los pósters de ofertas de bricolaje desde aquí hasta Pokón.

  


    A todo esto, Sol no está dispuesto a dejarlo correr en ningún sentido, algo que queda patente al ver cómo lleva de copiloto en su… ¿bólido? particular el cadáver de su novia, Viper, a la que ha unido cabeza y cuerpo con cinta aislante de la buena. En tiempo de apocalipsis, todo agujero es trinchera, y Viper siempre lleva la lengua fuera, que ya lo he dicho antes. Hasta ahí puedo leer, total visto lo visto, tampoco me hubiese sorprendido algo de necrofilia con ninjas y cowboys de por medio. 
En fin, que el villano aprovecha un descuido para subirse al techo del Bentley, golpea el capó y maldice a todos y, tras un choque irrisorio contra el "punk-bus" (explosión infográfica incluida), el pobre desgraciado acaba perdiendo la cabeza también. Otro momento casposo.

    Finalmente, aparece el grandísimo malo, la sombra que subyace durante toda la película: Canaris. El poder, el Gobierno, la mano que sujeta el Mango de la Sartén. Se lleva a la chica para, estooo, encontrar el remedio a la plaga de cara mocos. Aunque también puede que no. Con la cara paga el tipo. 
—Pero vamos a ver, niña. ¿Tu eres tonta o sorda?, ¿qué parte de la frase "paso de tu culo" es la que no entiendes? —Canaris.



   Todos se van de allí menos Eden, que parece recordar lo de que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey (os había contado antes que la chavala tenía un "ojo pollo", ¿cierto? Disculpad, es que se me olvidó durante el transcurso de la película, y al director parece que también). 
Y, obviando con alegría algunos detalles sin importancia, como por ejemplo la antropofagia, se convierte en líder de los irritados fans de Exploited.

    Y eso es todo. Una sarta de situaciones manidas en un marco surrealista que no han conseguido nada de lo que se proponían, a no ser que directamente no se propusiesen nada. Mucha acción hueca, eso sí, pero más te vale acercarte a las fiestas de tu pueblo para ver el castillo de fuegos artificiales, ya que al menos en este tipo de fiestas se sirven bebidas alcohólicas, con las que si tienes suerte, podrás olvidar según qué cosas.


Rhona Mitra en el cine, asistiendo emocionadísima a la Premiere de Doomsday.

4 comentarios:

  1. Recuerdo ponerla para hacer más llevadera una gastrointeritis de caballo que tuve hace unos años.... Solamente conseguí hacerlo peor.

    El ojo biónico... me hacía gracia como lo tiraba al suelo para ver a la vuelta de las esquinas, y luego se lo volvía a meter lleno de mierda dentro de la cuenca.

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  2. Posiblemente hay sobredesarrollado su sistema inmune de cuando usaba el ojo de bola china con la escusa de prevenir un posible cáncer de colon.

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  3. Este es el tercer comentario que intento dejar, y por algún motivo el ordenador se cuelga. Parafraseando a los de Honest Trailers, <>. En fin, muchas gracias por vuestros comentarios. Estad atentos a las siguientes publicaciones de este colectivo de freaks de la caspa. Stanley.

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  4. ESTE PORTÁTIL ES UN PEDAZO DE MIERDA. GRACIAS DE NUEVO. COMO ESTO VUELVA A FALLAR, EL PRÓXIMO COMENTÁRIO YA NO SERÁ PARA MENORES DE EDAD.

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