LA MASACRE DEL MICROONDAS



  • Título original: "Microwave massacre".
  • Título en español: "La masacre del microondas".
  • Director: Wayne Berwick.
  • Guión: Thomas Singer y Craig Muckler
  • Cast: Jackie Vernon, Loren Schein y Al Troupe
  • Año: 1.983.
  • Especialista de BlogCaspa que se ha atrevido a analizar este ñordo: Dani.









COMEDIETA DE LA CANON + PAJARES & ESTESO + DOGMA)*TROMA 
= LA MASACRE DEL MICROONDAS.

    Sí, reconozco que a primera vista la ecuación les puede llegar a provocar un aneurisma, pero creo que me acerco bastante al producto final si se lo presento así.

    Después de visionar "Una noche para descuartizar", creíame yo que nunca vería una película con unos diálogos tan absurdos, chuscos y surrealistas como esa. Bueno, sí, "Campo de Batalla: La Tierra" los tiene, pero esa es harina de otro costal.
Así pues, me dispuse a enchufar el reproductor y a intentar disfrutar de una, ejem, película como es "La masacre del microondas".

    Un título así es como para echarse para atrás, pero ya saben que a mí no hay crédito que me amedrente, excepto si en los títulos veo Lars Von Trier, a algún gabacho gafapastas o a un director español de comedietas adolescentes (cómo nos gusta luego llorar sobre nuestras patéticas producciones y pensar en que nadie las compra porque no entienden nuestra sin par idiosincrasia)

(NOTA ACLARATORIA: Los fragmentos de diálogo que van a ver a partir de ahora son REALES y son los que salen en la película de marras. A mí no me miren. Y no, no he comido nada en mal estado.)

    Mis ojos captan esto: VIDEO MEDITERRANEA S.A. PRESENTA... Buena señal. Sólo me faltaba el islote de Ízaro y luego el logotipo de la Cannon para encontrar un inicio más prometedor.

    Empieza el baile. Primer plano de la puerta del susodicho electrodoméstico con un cadáver en su interior. Asimilando aún ese primer plano y examinando la cutrez del látex utilizado, nos encontramos con un primer plano de unas bamboleantes... ¿tetas?. Sí, tetas, y luego paso a plano de culamen.

Empezamos bien.


    Veamos... muertos en un microondas, tetas y culos. Ni más ni menos. ¡Toma declaración de intenciones! Ni siquiera la blitzkrieg es tan devastadora, cruel y letalmente rápida.

    Es obvio, aunque esto no lo verá el gafapastas de turno que frunce el ceño para intentar en un esfuerzo titánico parecer inteligente y evitar el sueño al mismo tiempo. Esto está más pensado para que el Rober y la Jenny de turno se echen unas risas mientras se emborrachan con Vodka Carrefouroff y dejan de pensar en la obra y en la caja del supermercado.
Si se ponen en esa franja mental disfrutarán de la película, pero sino pueden dejar de pensar que Björk es maravillosa y lo bueno que es Truffaut, esta no es su película. Claramente es una película para retrasados, sociópatas, politoxicómanos o personas con taras mentales. En definitiva, para lectores de BlogCaspa.

    Seguimos a la titi en su camino hacia una obra. ¿Veís como hay mucho de esPPañol en esto? Vemos a los currelas, todos tíos, salidos, sudorosos y llenos de mierda cual palo de churrero.

    Entonces... entonces... bueno, aquí es que me fallan las palabras. I'll tell it like it is... La tipa asoma las tetas por un agujero a tal efecto que hay en una pared de plástico mientras uno que pasaba por allí le empieza a sobar el culo. Sí. Pues eso.




    En consecuencia, los obreros empiezan todos a correr hacia ella para montarla cual jaca paca. La tipa recoge sus generosas protuberancias mamarias y le larga corriendo por donde ha venido. Aunque aún no me explico cómo lo ha hecho para poder ver a los obreros si el único agujero de la tabla estaba ocupado por sus ubres.

    Dios sabe qué intención cabalística, numismática o artística intentaban plasmar los autores de este monumental cagarro, pero el resultado es efectivo: desde ese mismo plano no puedes apartar la vista de la pantalla. Como todos esos patéticas medianías que escuchan la COPE porque la odian.
    Más tarde, el espectador tiene que asistir anodadado a los diálogos supuestamente jocosos que tienen los currelas de turno, empeorados por una traducción patética y pueril. Uno de los currantes, a partir de ahora, nuestro protagonista, Donald Rodríguez, se lleva a la obra un bocata por el que asoma un centollo de plástico, pero tiene envidia de los bocataschorizo de sus coleguitas.
Esta información en primer término parece una chorrada, pero ya os digo yo que será clave en la película, ya que se trata de una especie de psicodrama gastronómico predecesor de otras obras más conocidas como "El cocinero, el ladrón...".

    Empezamos a ver que toda la película será un ejercicio de surrealismo y sindiós estético digno de estar en el MOMA. Como si de una comedia coral se tratara, entramos en la vida de Donald, el albañil. Tiene una mujer neurasténica, como es de preveer, y los problemas conyugales son constantes. El porqué está claro: la mujer cocina que da pena, y ya se sabe que todo hombre que se precie tiene que comer bien.

    Seguimos viendo escenas de la obra (no de teatro, sino la de pisos, tan familiar en nuestros skylines), y Donald comprueba como la rubia enseña-tetas del principio se acaba liando con uno de sus compañeros, concretamente el más feo y contrahecho, pero que por supuesto, tiene un pico de oro. Un poco lo mismo que hacía nuestro entrañable Pedrito Ruiz y sus rubias oxigenadas que le sacaban dos palmos.



    Los problemas conyugales continúan: Donald simplemente quiere un bocata en condiciones, pero la mujer, con su flamante nuevo microondas king-size (en el que cabría tranquilamente el Paquirrín con alguna de sus meretrices a sueldo) prepara exquisiteces culinarias. El tipo escupe en la comida y los infiernos se desatan:
—Cerdo!
—¡Sí, soy un cerdo, pero esto es un corral!

    Dicho esto se pone a destrozar la casa y se mea en la chimenea. Puro Dogma.



    La pelea acaba con platos en la cabeza, así que el albañil coge un pimentero y se carga a su mujer a pimenterazos. Suena a peli de arte y ensayo, pero esto pura caspa genuina, creedme.

    A partir de aquí, sólo incongruencias.

    El tipo se levanta a la mañana siguiente y descubre que su mujer está dentro el microondas y se pregunta:
—¿Como ha llegado allí?

    El espectador abre la boca de asombro y aguanta la respiración para escuchar la respuesta, pero ésta ¡no llega! ¡Sencillamente se pone a cocinarla y ya está!

    Una vez cocinada, la trocea y la pone en la nevera.



    Llegados a este punto, la suspensión de incredulidad es ya una necesidad intuitiva si quieres seguir aguantando la peli. Los derechazos al espectador casual lo tienen medio noqueado, pero lo peor es tener la certeza de que el golpe siguiente va a ser mucho peor.

    Veamos, el tipo se sienta delante de la tele con un bocata, por fin hecho a su gusto. En la tele hay una entrevista con un criminólogo y el entrevistador no deja de utilizar tacos como "coño", "cojones", "hijo de puta" y demás lindezas. Porque sí.

    Lo que viene después es lo único de la película que es previsible. Va a la nevera y se come un bocata hecho con su señora, y por supuesto, le mola. Y mucho. Así que se hace bocatas de ella, y los lleva a la obra; a los demás currelas les encanta y se pelean por probar un poquito más.

    En casa se vuelve más chic, Ferran Adrià style, y prepara brochetas con verduras y manos cercenadas.

    Harto de no follar como es debido, contacta con una puta. El diálogo que tienen los dos es de aquellos de libro:
—Me llamo D.D.D. Mi madre quería llamarme Delia pero era tartamuda. Has hecho el amor en 3D?

¡JUAS JUAS JUAS! ¡ES QUE ME MEO DE LA RISA!

    La escena de sexo que sigue es tan ridícula que hay que verla para creerla; parecen estar haciendo lucha libre mientras están estreñidos. Como también es de preveer, mata a la puta.



    Por cierto, en estas escenas, podéis ver a Donald entablando amistad con una tía vestida de pollo, y a pesar de que ella habla en lenguaje pollo, él la entiende a la perfección. Sí, echadle un vistazo si no lo creeis.

    Los amigotes, parte principal a partir de la mitad hacia el final de la peli, se unen a la fiesta para irse todos de fiesta loca. Van a un McAuto y se acercan al altavoz para hacer su pedido:
— Hagan su pedido, por favor
— Suéltate el pelo, desabróchate la blusa, saca la lengua... ¡y una Coca Cola!

    Se van raudos como harían unos tunos de nuestro país cargaditos de coca, pastis & buenri en su Golf, y se ve a la chica que se ha preparado tal y como habían dicho, con el pelo suelto, la blusa desabrochada, la lengua afuera... y la Coca Cola en la mano. 

    Como le coge el gusto a lo de comer carne humana, folla más (vete a saber porqué, quizás las feromonas de la carne humana atraen a las hembras) y se lo pasa chachi, el tipo se encama con todo lo que se menea. Donald es asqueroso, obeso y grotesco, pero folla más que un guaperas californiano.

    Entre medio de todo esto, viene otra escena ultrafreak que no aporta nada a la trama, como pasó antes con la escena de la conversación de Donald con la chica pollo. Bien, la escena consiste en que Donald es tan hábil, que echa los despojos de sus víctimas al cubo de la basura de enfrente de su casa. Un vagabundo empieza a rebuscar y encuentra un brazo; pero en vez de asustarse o sentir asco, se lo queda mirando... ¡Y LO USA PARA RASCARSE LAS PELOTAS! ¡Y LUEGO LA ESPALDA! WTF????



    Todo este tiempo conserva la cabeza de la mujer, con la que mantiene "chispeantes" monólogos. La cabeza se mueve sola, sin ni siquiera hacer uso de un cutre stop-motion, no, que va, simplemente Donald mira donde está, se acerca, ya no está y la ve en otro sitio. ¡Tiene la capacidad de teletransportarse!

    Acaba por venir su cuñada, ya que hace tiempo que no sabe nada de la hermana. La secuestra, reduciéndola con la ayuda de un panecillo en la boca y metiéndola en un armario.

    Como el tio pasa de todo, se va con sus colegas de marcha de nuevo. Lleva el coche hecho una mierda de guarro. Al verlo, uno de sus colegas le dice la siguiente frase, cabalística a más no poder:
—¿Que pasa cuando se cruza un exorcista con una langosta? Un infierno

    El significado de la frase se me escapa, pero hay que recordar que si tienes a unos realizadores politoxicómanos, y a unos traductores pasados de horchata Chufi caducada, acabas por tener una cadena de disparates inacabable. Si el diálogo original debía de ser ya de por sí imposible, la traducción debía de ser aún peor.

Los colegas le han cogido (sin saberlo) gusto a la carne humana también, así que antes de despiporrarse con la fiestorra, mantienen otro diálogo absurdo:
Currela 1: —Trae tus bocatas. 
Currela 2: —Claro, estupendo.
Donald: —Tengo un plan, iré al barrio chino y le daré un toque personal.
Currela 1: —Danos una pista.
Donald: —Llámalo "Puta Rosana".
Currela 2: —Querrás decir "pato rosado".
Donald: —¡No! He dicho "Puta Rosana".

    Así que se va a casa a buscar más carne humana. Ya de noche sus colegas llegan a casa maqueados como si se hubiesen anclado en la década de los 70 y le acaban encontrando tirado en el suelo, inconsciente. Descubren el pastel, pero no se nos dice nada del devenir de los acontecimientos, ni sabemos si Donald está vivo o muerto.



    Lo siguiente es que vemos es un cartel de que la casa se vende y los de la mudanza sacando algunos muebles. Uno de ellos encuentra a la cuñada todavía viva en el armario. Luego, mediante un travelling, la cámara llega hasta la habitación donde está la nevera, la cual se abre sola y aparece la cabeza de la mujer a la que le brillan los ojos de manera terrorífica... terroríficamente patética. Y a estas alturas, carece de todo sentido preguntarse respecto a cómo la policía no pudo encontrar la cabeza y el resto de partes en la nevera y a la señora encerrada en el armario, y cómo ésta ha podido permanecer viva encerrada una semana o dos sin comer ni beber hasta que la encuentran los de la mudanza.



    THE END.

    Los títulos de crédito están basados en la carta de un restaurante mientras se escucha música parisina: 1er plato, pan, condimentos... ¡vaya indigestión!



    Bon Appettite y suerte para aguantar este bocata infecto... creedme que si la podéis aguantar del tirón, podréis comentarla hasta el fin de los días con vuestros pusilánimes colegas, que no aguantaron ni ver "La bruja de Blair" entera.