Shriek of the mutilated aka EL aullido del mutilado

SHRIEK OF THE MUTILATED

aka EL AULLIDO DEL MUTILADO (1974)

Dir: Michael Findlay

Otro engendro creado por los Findlay (Michael y Roberta), dos liantes de mucho cuidado que se ganaron la vida realizando pseudo-películas y engañabobos enlatados como aquel “Snuff”, ya sabeis, aquella peli argentina de terror a la que le emplastaron un final rodado ex profeso en el que supuestamente mataban a una tipa delante de la cámara. Paparruchas, claro.


A lo que vamos, llegaron a realizar un buen puñado de explotations, de las cuales creo que esta es con mucho la mejor.

La cosa va así: Unos jóvenes estudiantes acompañan a su profe a una cabaña del bosque a buscar evidencias del Yeti. Como veis, lo que hacíamos todos en nuestras enriquecedoras carreras universitarias. El caso es que van con el profe una pareja que se tira toda la peli morreándose, una tipa feísima con gafas descomunales y peinado criminal, y un guay-que-molo que va de intelectual, músico y cazador - aplaudí a rabiar cuando lo descuartizan-

Allí en la cabaña les esperan el propietario, un estereotipo americano llevado a sus últimas consecuencias (educado, amable, con cola de caballo y bigotazo a lo Schuster) y el verdadero protagonista de la peli, más aún que el Yeti, que no es otro sino “Cuervo Que Ríe”, un italo-americano pasado de esteroides ya en sus cuarenta y que nos juran y perjuran que es un indio. Como viste, como va maquillado, sus poses, sus camisetas ajustadas, sus muecas incomprensibles... todo en este hombre constituye un desconcertante universo propio.

Situados ya los protas, la acción se desarrolla de manera muy simple: van a buscar al Yeti, éste les ataca, se refugia, se va cargando a todos y salen a cazarlo. Así, en bucle. El caso es que cuando no vemos al abominable hombre de los bosques, la atmósfera se vuelve asfixiante, pegajosa, y realmente, te llegas a meter en la piel de los protagonistas. La cosa parece que funciona.

Eso sí, cuando entra- corriendo y resbalando como un loco- el tipo disfrazado de Yeti, se acaba toda la magia. La hilaridad se vuelve la nota predominante y es entonces cuando el tufillo a peli mala asoma y ya no abandona, como un mal desodorante. No le llegamos a ver bien, pero el traje es tosco y mal cosido, y no da el pego. Los rugidos que pega y el sonido a corazón latiente que le acompañan tampoco es que están muy bien buscados.



(Cuando corre el Yeti fijaros bien en sus pies: se ven claramente las zapatillas deportivas del tipo que lleva el traje. ¡Y hoy no hablaremos de sus movimientos!)

Empieza a descuartizar y cargarse a todos los estudiantes. El profe recupera la pierna cortada del guay-que-molo, la cubre con un paño ¡y la deja en la mesa del comedor! Como veis, todo un ejemplo de buenas costumbres. El indio también se las trae, cuando aparece es que no puedes apartar los ojos de la pantalla. Te hipnotiza con sus movimientos y sus muecas a lo “¡No siento las piernas!”. Es el hallazgo de la peli.

Como acaba la peli es un misterio que quiero que descubráis vosotros mismos. Os aseguro que no os lo esperáis ni en un millón de años, y lo que es mejor, al menos aporta una bocanada de aire fresco en este sub-género de los monstruos-en-el-bosque y similares. Si es adecuado o no, lo dejo a vuestra elección. A mí me pareció absolutamente pasado de vueltas, pero no esperaba menos de los Findlay. Ya veréis, ya... y eso que no os he explicado nada sobre la escena de la tostadora y la ducha... otra sorpresa demasiado buena como para estropearla...

Es un pequeño milagro que películas como esta existan y nos permitan a los degustadores de cine malo disfrutar como enanos. Otro punto a su favor es que siempre hay acción, sea gracias a risas no intencionadas, a sus malísimos diálogos o a su puesta en escena chapucera y entrañable. Una delicia, que recomiendo a rabiar.

PUNTUACIÓN:

y medio